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jueves, 23 de diciembre de 2010

¿Engañado, yo?

La historia cuenta que un domingo de junio a Franco le agarró un ataque de fraternidad y respondió positivamente al pedido de su hermanita...

Era tarea de italiano, motivo por el cual a Franco no le disgustaba la idea, me refiero a que le gusta el italiano por eso lo estudiaba hacía cosa de un año...

La cuestión es que allí se encontraban, trabajando en un texto escrito en la lengua extranjera mientras una persona de aspecto humilde y un niño en bicicleta se acercaron a la casa...

Su padre, ingenuo, respondió al timbre y ellos volvieron al trabajo poniendo sus narices de frente al diccionario, buscando una palabra.

Carlos regresó a la casa y mandó a su hijo a calzarse para que lo acompañara, este salió a buscar sus zapatillas pero no tomó ni un buzo para resguardarse de la no tan calurosa tarde de otoño y ya se encontraba en la camioneta roja de su padre al momento que éste la abordaba.
El calvo había chocado la camioneta unos días atrás y el muchacho no sabía como, cuando ni donde había tenido lugar tal suceso.

Ahí es cuando se entero de que el encuentro vivido hacia unos minutos no era del todo legal. Algo no olía bien. Su olfato le mostró el camino de las estafas y reventas ilegales.
El hombre de la bicicleta le había ofrecido a su progenitor una de las partes que poseía dañadas por el choque, a menos precio y robado lógicamente...
Una vez que lo siguieron y llegaron a la "proveeduría", estacionaron la camioneta y aguardaron.
Allí el mayor leyó las líneas pequeñas, descubrió la trampa del negocio, si solo hubiera sido más terco...
Incluso se lo dijo a Franco antes de que vuelva "Daniel" (así dijo llamarse): le pedía $70, iría a buscar las partes que decía solo le venderían a él por eso no iría Carlos sino que se las traería... y luego los otros $30.
Cuando en lo general $100 era, en rangos generales, una décima parte del precio real final de todo.

Mas tarde le contó que una de las cartas altas que jugo Daniel había sido el precio irrechazable que les había propuesto, difícil de dejarlo ir....
Trataron de convencer a Daniel para que les muestre la mercancía antes de pagar un peso, cosa que no conseguirían y hubo que confiar en él, que como pensaba claramente en su objetivo usó pretextos como " no puedo entrar y salir muchas veces de ahí" o " si quisiera te lo volcaría ahora. Por eso confiá en mi, mi palabra vale mas que un documento".... Ay, los “piratas del asfalto”

Palabra a palabra, Daniel ganaba metros en el juego del engaño y el ingeniero iba dando el brazo a torcer...
Finalmente lo consiguió, aunque parecía que no pasaría le entregó el adelanto y lo vimos alejarse hacia la "proveeduría".

Esperamos, nos preguntábamos, nos negábamos a vernos engañados aún habiendo conocido el final de la historia. Ahora sabe el joven que una vez le tenía que pasar para tenerlo como enseñanza.

Dieron varias vueltas en automóvil, buscándolo, esperando lo que sabían que no pasaría... ¿Daniel?Sí, claro...

Es el día de hoy que Franco me contó esta historia hace ya un tiempo y me cuenta que le ayudó---


Engaños si los hay, procura entonces que por lo menos nadie salga herido...

$70 no es una fortuna concluyó su padre al entrar la camioneta en el garaje después de haber repetido la frase " como nos gracó...." un par de veces.

By Franco Faustini
Copyright June 6th 2010 all rights reserved
Última edición: June 8th, 0:21 am hora Argentina

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